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El elefante en el Auditorio

Como concejal de Cultura, y junto al alcalde José Chulvi, he vivido ocho años maravillosos; tal vez la época más intensa, difícil y apasionante de mi vida laboral. Un tiempo entregado a Xàbia y a la cultura, quiero creer que con algunos aciertos y, sin duda, con alguna espina clavada.

Hoy somos referente por programar 52 semanas del año, para todos los públicos, para todos los gustos y en todos los formatos. En fines de semana que empiezan los jueves y que – a través de los diferentes festivales, la colaboración de las asociaciones y la programación de las salas – ofrecen música, fotografía, humor, baile, cine, teatro, moda, pintura, literatura…

Ocho años después hemos consolidado los festivales más importantes (Xàbia Jazz y Xàbia Folk, por ejemplo) y hemos añadido algunos nuevos que ya forman parte de nuestra vida, como Xàbia Negra o las muestras de Blues i de Swing. Y hemos hecho nuestros nombres universales como el de Sorolla y Balenciaga. Hemos mirado fuera para traer lo mejor, pero también dentro de casa para dar salida al talento de nuestra gente, expresado en agrupaciones como el Centre Artístic Musical, el Grup de Danses, Xirimitab’s, l’Agrupació Fotogràfica, l’Escola de Cinema Riurau, Escacs Vivents, Ojos Rojos… Y sobre todo nos hemos esforzado en llenar de vida no solo las salas, como la Casa de Cultura, la sala polivalente, la Biblioteca de Duanes, l’església de Sant Bertomeu y la de Duanes, el Riurau o la Casa del Cable, sino también calles, plazas y playas.

Pero la habitación tiene un elefante y tenemos que hablar de él. Un elefante que me duele.

Como músico, hace años, había escuchado la promesa del auditorio. Hasta nos enseñaron una maqueta que costó una fortuna y que debe estar en el contenedor del reciclado.

Nuestro proyecto sin embargo era diferente. Era real. Habíamos hecho todo el trabajo necesario: teníamos el dinero, la voluntad política, el proyecto, los planos y lo habíamos adjudicado. Un trabajo burocrático ingente que debía dar como resultado el auditorio que Xàbia se merecía. Pero la empresa que ganó el concurso, con todas las garantías legales y bajo la supervisión de los técnicos, abandonó la obra. Sin motivos. Porque esa era su manera de actuar: pujar por un montón de obra pública, ganar contratos y luego ejecutar los más golosos… dejando decenas de miles de vecinos perjudicados.

Pero no desistimos. Fuimos a la justicia, defendimos los intereses de Xàbia, ganamos, resolvimos el contrato y volvimos a empezar. Desde el principio hasta volver a adjudicar una obra en la que yo le decía a José Chulvi, medio en broma medio en serio, que si nos dejaban “anàvem a posar nosaltres els blocs”.

Y por segunda vez una empresa, abusando de su posición de ventaja en los contratos públicos, hizo lo mismo que la primera. Sé que cuesta de entender. Porque si eso se lo hacen a un particular la broma dura un minuto: se echa al incumplidor y se contrata a quien tú quieras. Pero en la Administración no sucede así.

¿Por qué te cuento esto? Porque el Auditorio es la espina con la que me marcho. Pero también para compartir contigo una certeza: lo vamos a acabar. Seguro. Igual que hemos hecho una piscina que parecía imposible. Igual que sacamos los coches del Montañar cuando nadie se atrevía. Igual que hemos protegido 10 millones de m2 cuando nadie más creía en ello. Igual que hemos bajado el IBI cuando otros lo subieron un 500%.

Lo vamos a terminar porque nos lo merecemos. Por todos los músicos y músicas de nuestro pueblo. Por todos los vecinos y vecinas que aman la cultura. Por diginidad. Porque en Xàbia las dificultades nos cambian el paso, pero no nos tuercen el camino.

Y tú y yo lo vamos a ver.

Encara que hàgem d’anar a posar els blocs!

 

Quico Moragues
Regidor de Cultura